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dimarts, 22 de desembre del 2009

Teatro Castellano 2



La capa verde

PERSONAJES
Pataló Gato Sapo
Cocodrilo Perro Murciélago
Lobo Ratón Liebre

La acción se desarrolla en la selva. Al iniciarse la representación, vemos al rey Pataló, el león, subido
en una silla, todo solemne, tan gordo que llama la atención. Un grupo de animales variados están junto
a él, sentados en el espacio escénico, formando un cuadro plástico. Se empezarán a mover cuando el león
comience a hablar. Música de fondo. Sapo ocupa un lugar muy destacado entre los personajes.


ÚNICA ESCENA

Pataló: (A los animales). Acercaos, venid, atended. No temáis. Hoy os quiere hablar vuestro soberano,
el rey Pataló. (Todos se alborotan, hablan intrigados). No tengáis miedo. No os voy a hacer ningún
daño. Yo soy vuestro monarca y tengo la obligación de protegeros. De protegeros a todos, desde
el más grande al más chico: desde el elefante a la hormiga. ¡Silencio, silencio, silencio!
Todos a la vez: ¡Silencio, silencio!
Lobo: ¿Qué nos irá a pedir?
Perro: ¿Qué nos querrá?
Sapo: (Con voz muy fuerte, ridícula, graciosa). ¡Eso, eso, silencio! Vamos a escuchar lo que el rey
tiene que decir.
Pataló: Os he llamado para que comprobéis que me encuentro muy bien de salud. La familia
real está estupendamente. Come poco la familia real, pero lo poco es abundante. ¿Qué más
podemos pedir? Y todo gracias a vosotros. Gracias a todos vosotros, digo, vuestro rey puede
dormir tranquilo, bañarse en el río sin temor y roncar como le plazca. Por eso estoy tan
orgulloso de mis vasallos. En especial, de Gran Murciélago. Su capa verde nos hace fuertes
e invencibles. Somos el terror de nuestros enemigos, nadie se atrevería a desafiarnos.
Todos a la vez: ¡Viva Gran Murciélago!
Sapo: ¡Eso, eso! ¡Viva su capa verde!
Pataló: Gracias a Gran Murciélago (Mirando), que no está aquí, nuestra selva puede descansar
tranquila. Gran Murciélago es el guardián de nuestra nación. Gracias a su capa verde, hay sol
cuando queremos que haya sol y llueve cuando queremos que llueva. Ella detiene los huracanes
y tornados, frena la caída de los meteoritos, cura nuestras enfermedades y hace que crezcan en
los árboles las peras más grandes, las manzanas más hermosas y los melocotones más gigantes…
¡Qué maravilla!
Todos a la vez: ¡Maravilloso! ¡Viva Gran Murciélago!
Sapo: ¡Eso, eso!
Pataló: Gracias a la capa verde, no nos falta la comida. Ella, con su poder mágico,
nos ha convertido a todos en vegetarianos.
Sapo: ¡Eso, eso! Que se enteren los gatos.
Pataló: ¡Viva, viva! Nadie se atreve a atacarnos por tierra, mar o aire. La capa de Gran Murciélago
lo puede todo. ¡La capa que heredó del mago Mediahierba! La capa con poderes extraordinarios…
Sapo: ¡Eso, eso! ¡Viva, viva!
Pataló: (Moviendo la cabeza, molesto por el ¡Eso, eso! del Sapo). ¡Porque soy el rey! Y como soy
el rey, hoy os invito a una gran fiesta, con cena incluida. Quiero celebrar el poder de la capa
verde de Gran Murciélago.
Sapo: ¡Eso, eso!
Pataló: Y después de cenar, baile.
Sapo: (Bailando de forma ridícula delante de todos). ¡Eso, eso!
Pataló: Y después del baile, cohetes artificiales, como hacen los hombres en sus ciudades.
¿Qué os parece? ¡La capa verde se convertirá en fuego de colores!
Todos a la vez: Muy bien, rey.
Sapo: ¡Eso, eso, eso! Cohetes artificiales y más baile, rey. (Sin dejar de moverse). ¡Eso, eso, eso, eso!
Pataló: Y después de los cohetes artificiales, más comida. Comida hasta reventar. Comeréis
de lo que más os guste. Hay de todo.
Liebre: ¿Habrá cabello de ángel?
Pataló: Sí.
Perro: ¿Y sopa de mordisco?
Pataló: Sopa de mordisco. Ya he dicho que lo que deseéis.
Sapo: ¡Eso, eso!
Lobo: ¿Hay nariz de rey? A mí me gustaría probar la nariz de rey.
Pataló: No, Lobo, no. La nariz de rey, ni probarla. Somos vegetarianos y la nariz de rey…
Sapo: ¡Eso, eso! Además, tiene tanto moco…
Todos a la vez: Tiene tanto moco…
Pataló: (Sonándose). ¡Tanto moco! No hay nariz de rey.
Lobo: ¡Qué lástima!
Sapo: ¡Eso, eso!
Pataló: ¿Os parece poco? Si os parece poco, habrá más fiesta.
Sapo: ¡Eso, eso, más fiesta!
Pataló: (Más molesto con el Sapo. Mirándole detenidamente). Pero he de decir que uno de vosotros
no participará en nuestra fiesta. Estoy hasta las narices de sus impertinencias.
Todos a la vez: ¿Quién, rey?
Pataló: Un bichejo asqueroso y verdoso, con los ojos como platos, repugnante, tonto, bobo
y que tengo delante de mí…
Sapo: (Sin darse por aludido, bailando delante del rey). ¿Bichejo asqueroso y verdoso…? (Al público).
¡Eso, eso, que se fastidie el Cocodrilo! (Llamando). Cocodrilo, fastídiate. El rey Pataló no te
invita a la fiesta. ¡Eso, eso, eso, fuera el Cocodrilo!
Cocodrilo: (Sorprendido). ¿A mí? ¿Por qué? ¿Yo qué he hecho ahora, si solo como lechuga
y no pruebo la carne? ¡Qué fastidio! Entonces, ¿no puedo bailar?
Sapo: ¡Eso, eso!
Pataló: ¡Oh, no, no! (Desesperado, al Sapo). Me estoy refiriendo (señalándole con el dedo) a…
Sapo: ¡Eso, eso, al Cocodrilo!
Entra Gato. Es un animal enorme, inmenso, que llama la atención por su gordura. Casi no se puede
mover de lo gordo que está. Lleva una bolsa repleta de manzanas y otras cosillas para comer. Cruza
el escenario. Todos le observan y se apartan a su paso por miedo a que les pise.
Gato: (Sin dejar de comer manzanas). ¡Ya estoy harto de comer siempre lo mismo: peras, manzanas,
pepinos, fresas…! ¡Desde que nos han obligado a convertirnos en vegetarianos…!
(Voz ahuecada). Nada de matar, de comer su carne. Todos los seres vivos deben vivir, tienen
derecho a la vida como los demás. ¡Oh, qué asco! A nuestra familia siempre le han gustado
los ratones. Como debe ser.
Sapo: ¡Eso, eso!
Gato: Todo por culpa de los ratones. Los ratones protestaron, reivindicaron su derecho
a ser respetados por los gatos. Se manifestaron por las calles, amenazaron al rey Pataló
con ensuciarle el palacio con basura y comerse todo el queso de sus despensas si no…
A los gatos se nos prohibió asustarlos. El rey Pataló tuvo que ceder. Y yo, aquí, flacucho,
muerto de hambre, sin carnes, comiendo lo que puedo, lo poco que puedo. Ayer me comí
doce melones y otras tantas sandías. Y, como no pude apagar el apetito, me vi en la obligación
de zamparme camisas, pantalones, calzoncillos, vestidos de novia… ¿Qué puedo hacer?
¿Qué voy a hacer? ¡Ay, qué va a ser de mí! ¡Cada vez más flaco! ¡Cada vez con menos carnes!
¡Tengo un cuerpo transparente! ¡Como tan poco…!
Sapo: (Burlándose por detrás). Eso, eso, qué esmirriado está el pobrecito. Se le ven los huesos.
¡Me da una pena…!
Todos a la vez: ¡Nos da una pena!
Gato: (Saliendo con paso lento, mirando de reojo al Ratón).
¡Qué hambre, qué hambre!
Ratón: (Asustado). A mí no, ¿eh? No me mires ni te acerques a mí, pues se lo digo al rey.
Gato: Tranquilo, Ratón. ¡Ay, ay, ay, qué vacía está la despensa de mi barriga! (Suspirando,
abriendo la boca). Aire, ven y llénamela.
Sapo: Eso, eso, aire, aire. ¡Qué mal huele su aliento! ¡Ah, qué porquería!
¡Lávate los dientes, guarro!
Gato: No tengo ni fuerzas para lavarme los dientes. ¡Me siento tan débil!
Todos a la vez: ¡Aire, aire, aire!
Todos los animales se paralizan. Un perfume penetrante invade todo el ambiente. Es la señal
de que Gran Murciélago se acerca.
Sapo: ¡Eso, eso! Ya viene. Es él, Gran Murciélago.
Lobo: ¡Oh, qué aroma tan maravilloso!
Pataló: ¡Qué perfume tan delicado!
Todos a la vez: Huele a rosas.
Pataló: A claveles.
Sapo: A azahar, a flor del naranjo.
Todos a la vez: ¡A limón! (Saludando desde lejos). ¡Eh, Gran Murciélago! Aparece
Gran Murciélago. Llega triste y contrariado.
Pataló: ¿Te pasa algo, Murciélago?
Sapo: Eso, eso, ¿qué te pasa?
Todos a la vez: Sí, cuenta.
Pataló: Habla.
Silencio. Todos esperan algo nerviosos.
Murciélago: Que…
Todos a la vez: ¿Qué?
Murciélago: Que ha desaparecido la capa verde.
Todos a la vez: (Explosión de voz). ¡No!
Murciélago: Sí. Seguramente me la han robado.
Todos a la vez: ¿Robado?
Pataló: ¿Quién te la ha podido robar, si estamos todos los animales aquí?
Murciélago: Quizá algún hombre espía sabía de los poderes de la capa verde y… ¡Qué sé yo!
Pataló: ¿Dónde la dejaste?
Murciélago: Donde siempre, encima del árbol de manzanas.
Pataló: ¿Y las siete cebollas?
Murciélago: Las metí dentro de la capa. Así, el que la haya robado no dejará de llorar.
De este modo sabremos quién lo hizo.
Todos a la vez: ¡Qué desgracia, qué desgracia!
Sapo: Eso, eso. ¡Qué desgracia!
Pataló: (Muy nervioso: se tira de las orejas, se muerde las uñas y se golpea la cabeza con el zapato).
¡Si la capa cae en manos de nuestros enemigos, estamos perdidos, perdidos, perdidos! Nuestros
enemigos destruirán la selva y la sabana con sus ríos. Y si nos aniquilan, zas, zas, ¿qué será de
vuestro monarca, de toda la familia real? ¿De sus hijos los príncipes y los infantes? ¡Ay, ay, ay!
Todos a la vez: ¿Y de nosotros?
Sapo: Eso, eso. ¿Qué será de nosotros?
Pataló: Ya lo pensaremos. (Cambiando y dirigiéndose a los animales). Sin la capa verde, no somos
nadie. Ella nos protegía. Es necesario que vayamos a recuperarla, que busquemos y revolvamos
todo lo que sea necesario. Si no la encontramos, será nuestra perdición: no crecerán más
en nuestros huertos los tomates gigantes. Volveremos a ser carnívoros, devorándonos unos
a otros. Con la capa verde…
Sapo: Eso, eso.
Pataló: Tú a callar, Sapo.
Todos se ponen a buscar como locos. Tropiezan, caen, sospechan de unos y de otros… Juego gracioso
de situaciones ridículas.
Uno: Ya lo tengo.
Todos a la vez: ¿La encontraste?
Uno: (Mostrando un vestido verde). ¡Oh, no!
Todos a la vez: Es el vestido de algún humano. (Risas).
Todos se paralizan ante unos ensordecedores ronquidos mezclados con lamentos que llegan de fuera.
También se percibe un olor muy desagradable.
Todos a la vez: (Tapándose la nariz). ¡Oh, qué olor más desagradable!
Uno: No se puede aguantar.
Lobo: Escuchad.
Perro: Atended.
Pataló: Quietos. Puede ser el ladrón.
Sapo: Eso, eso, el ladrón. El ladrón huele a caca. Me recuerda un poco el aliento de…
Murciélago: (Lamentándose). ¡Y todo por culpa mía, ay, ay!
Pataló: Ven, Sapo. Quiero que seas tú el que vaya a inspeccionar esos ronquidos. Tú eres astuto.
Sapo: ¿Por qué no va el Cocodrilo? Eso, eso, el Cocodrilo.
Cocodrilo: Porque soy viejo, me duele aquí, aquí, aquí y en la punta de la nariz.
Sapo: (Algo nervioso). Si no tengo más remedio, iré. Que todo sea por salvar a nuestra selva.
Pataló: Y a tu rey, o sea, yo.
Todos a la vez: (Animando). ¡Sapo, Sapo, Sapo! ¡Es todo un héroe!
Sale Sapo. Saca pecho, orgulloso y presumido. Al poco, regresa sobresaltado.
Sapo: Es él.
Todos a la vez: ¿Quién?
Sapo: Gato.
Todos a la vez: ¿Gato?
Sapo: Está tumbado ahí fuera.
Lobo: ¿Estás seguro?
Pataló: ¿No será un gato-bomba colocado por nuestros enemigos para…?
Sapo: No se puede mover. Huele a cebolla que tira para atrás. Y, además, sus ojos no dejan de llorar.
Todos a la vez: Por la cebolla.
Salen todos y regresan con Gato. Le dejan en medio del espacio escénico. Los animales le rodean. Gato
no deja de roncar. Después se despierta.
Gato: ¿Qué pasa? ¿Qué ocurre? ¡Qué hambre! ¿Dónde está el Ratón?
Ratón: ¡Ay, madre!
Pataló: (Se acerca a Gato). Oye, Gato, ¿por qué lloras?, ¿quién te pegó?
Gato: Mi rey, lloro porque me he comido unas cebollas y ahora me hacen… llorar, llorar, llorar.
Sapo: ¡Eso, eso!
Pataló: ¿Y con las cebollas?
Gato: Un árbol de manzanas.
Pataló: ¿Y con las manzanas?
Gato: Unas camisas, unos zapatos, unos pijamas, unos… ¡Tengo tanta hambre!
Todos a la vez: ¿Solo eso?
Gato: Bueno…
Todos a la vez: ¿Bueno?
Gato: Y una cosa verde. Me supo a lechuga.
Pataló: ¿No sería la capa…?
Todos a la vez: ¡Ah, se la ha zampado!
Pataló: ¿Y ahora qué hacemos?
Murciélago: Sacársela de la barriga. Abrirle como al lobo del cuento de Caperucita.
Sapo: Eso, eso. ¡Qué emoción! Yo quiero ver el almacén donde mete tantas cosas; el estómago,
vamos.
Gato: (Asustado). Un momento, un momento. Como sé dónde está la capa verde, os la puedo
sacar yo mismo. (Mete la mano por la boca y va sacando del interior una interminable tela verde.
Todos los animales le ayudan). ¿Más todavía?
Todos a la vez: ¡Más, más, más! Cuando han terminado, Murciélago se acerca a la tela, la huele
y no deja de lamentarse.
Murciélago: Esta tela es la de mi capa verde. Pero ha perdido todos sus poderes. No huele igual.
Pataló: ¿Pero qué estás diciendo, Murciélago?
Murciélago: Lo que digo. Dentro de unas horas, cada uno de nosotros será lo que fue antes:
carnívoro, herbívoro, rumiante, fiero, astuto… Los árboles darán sus frutos normales
y no podremos impedir que salga el Sol, como antes.
Todos a la vez: ¿Entonces…?
Ratón: ¡Ay de mí! (Se va). Uuuyyy.
Sapo: Eso, eso; yo, sapo siempre. Buen sapo, aunque algunos me tengan cierto… Cada cual
es para lo que ha nacido y le han nacido. No puedo ser otra cosa.
Todos van saliendo, como huyendo y desconfiando de los demás animales. Se queda solo el león, sentado
en su trono real.
Pataló: (Resignado). Bueno, seguiré siendo el rey de la selva. Tendré que demostrar que soy
el más fuerte, el más listo, el más…, aunque ya tenga muchos años y mi dentadura sea postiza.
Sapo: Eso, eso.
Gato: (Que cruza el espacio). ¡Oh, qué hambre tengo! ¡Si me pudiera comer al león!
Sapo: Eso, eso.
El león abre la boca y bosteza.
Gato: ¡Yo me largo de aquí!
Sapo: Eso, eso, te acompaño.

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